El arte de los locos.
Fuente: elintransigente.com
El loco es prisionero de un drama al que debe su aparente libertad, su ruptura e innovación está impuesta desde adentro
El arte de los locos aparece como la expresión de libertad creadora aunque antes y ahora la locura y los locos son considerados desechos propios de un mundo desacordado que no es el nuestro; el loco es prisionero de un drama al que debe su aparente libertad, su ruptura e innovación está impuesta desde adentro. La ruptura del artista es un momento de su genio, la del loco es una prisión.
Los niños y los locos fabrican su mundo particular y sus obras de arte aparecen como bárbaras, salvajes, incontroladas, sometidas al instinto individual que expresan regiones profundas y misteriosas del ser personal. La enfermedad, especialmente la locura, la sífilis o la epilepsia no han sido fecundas para el arte en todos los tiempos sin embargo si Goya no hubiese estado enfermo no hubiese pintado las figuras de la Casa del Sordo. Existen el arte espontáneo de los niños, las artes populares, el arte ingenuo, el arte de los locos…
La imaginería es el arte de los pobres con sus formas simplificadas y legendarias de rusticidad, es un arte atemporal. Las grandes aspiraciones de siempre: libertad, democracia, ciencia, progreso y renovadas esperanzas se expresan también en las obras de arte. En términos generales, la naturaleza, el genio y la acción de los grandes maestros como Miguel Angel, Rembrandt, Goya, Leonardo o Rafael no han formado ningún arte ingenuo como el arte de los locos. Las expresiones del arte de los locos suelen ser las más virulentas por la angustia que las anima, mezcla de furor contenido y reveladoras de nuestros propios equívocos de personas cuerdas; las abstracciones representadas son formas particulares de la demencia o de la situación asilar de estos enfermos.
Las grandes escuelas de las bellas artes tendrían que ser usinas de rupturas casi de herejías; los maestros deberían liberar la actividad creadora de sus discípulos. Las academias, los talleres, las instituciones ignoran la ruptura y muchas veces la reprueban. Los artistas no se originan en su infancia, sino en el conflicto con la madurez de otros, en la lucha contra las formas que otros han impuesto al mundo. El arte moderno y posmoderno se afirma en el absurdo y en la soledad del dolor sin esperanza como en el mundo de los locos. Nuestra relación con los objetos se modifica de acuerdo con la significación o la función que le atribuimos. El arte es un medio de creación de un mundo ficticio o un medio de belleza y el dominio de la belleza esta hecho de lo que más preferimos y nos gusta o agrada en la vida. El arte es ficción que es como decir "supongamos que…”, supone la creación de un universo ficticio.
La "divina proporción” ordenaba los elementos del cuerpo y se convirtió en ley y se esperaba que esas medidas ideales rigiesen el conjunto de todas y cada una de las composiciones; locos y artistas rompieron esta regla. La función del arte es la de crear un mundo liberado de ciertas marcas humanas. "La vida es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia y que no significa nada”, dice Macbeth de Shakespeare; sin embargo, las brujas existen en nuestras cabezas para sojuzgarnos, convencernos y entonces el límite entre la cordura y la locura se torna borroso y se hace difícil establecer las diferencias. Por supuesto que también hay influjos sobre el arte derivados del determinismo, condicionamientos y sociologías cambiantes.
"El genio es inseparable de lo que le da vida, como el incendio de lo que quema” (André Malraux). Lo que llamamos arte es, en realidad, lo que logra cambiarnos porque nos ayuda a explorar nuestro interior, nos acompaña en la búsqueda de lo que hay de esencial en nosotros. Qué es realidad y qué es ficción en la vida humana, es difícil saberlo ¿Es posible comunicar al prójimo los más profundos sentimientos y los más ocultos pensamientos de cada uno? Y si fuera posible, ¿sería conveniente hacerlo? En la plenitud del arte se llega a ese punto de fusión de sensibilidad, inteligencia o locura, en cualquier condición no es fácil el camino del artista
. Es desconcertante el poder de creatividad del ser humano. El arte en general y el de los locos en particular tiene contrastes violentos, donde el erotismo y la muerte caminan de la mano, donde el esplendor solar y la pasión por el colorido frenético conviven con el luto perpetuo. Es casi imposible definir la índole de la realidad entre la cordura y la locura. Vive el hombre en la frontera entre dos mundos: el de lo concreto -que podría ser tan sólo apariencia engañosa, máscara de una esencia esquiva, invisible- y el de su imaginación, facultad esta última que lo define como animal simbólico, empeñado en otorgar trascendencia a un estar en la Tierra que podría no ser más que un accidente fortuito, un azar tramado por fuerzas que le son ajenas, cuando no hostiles. La única salida ante este tipo de dilema parecería ser la locura o la muerte.
La vida es una bufonada, una ficción muy similar a la del escenario teatral. No puede haber una aceptación incondicional de lo real. La primera rotura de esta aparente solidez de lo real empieza en cualquier momento y está siempre al acecho; cuando algo no funciona como debería según lo aceptado por la mayoría siempre se dice que hay algo anormal. El combate entre los extremos ambivalentes de la condición humana es eterno.
La vida es una fuerza trabajada por antinomias, mediante las cuales la vida necesita, simultáneamente, darse una forma y pasar, incesantemente, de una forma a otra. La naturaleza se sirve de la fantasía humana para proseguir su obra de creación. Se nace con la facultad creadora que está en el espíritu del hombre. Se nace persona pero pocos tienen la dicha de ser personajes. Nos disolvemos en la ambigüedad, en una suerte de grandioso desdoblamiento, en la incertidumbre perpetua. El arte como expresión individual pertenece a locos y a cuerdos pero quizá pueda ser reemplazado por la creatividad general de entidades colectivas, personajes corales a los que corresponda la última palabra en un mundo que se decida a vivir según ritmos y leyes de armonía y de belleza.
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